Las nueve musas ediciones
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Las «Gramáticas» de la RAE (1973-2011)

La RAE tuvo una intensa actividad editorial durante el siglo XX. Sin embargo, en lo que respecta a sus Gramáticas oficiales, es notable el intervalo entre la Gramática de la lengua castellana de 1931 y la Nueva gramática de la lengua española de 2009, intervalo que, por cierto, fue ocupado por obras igualmente memorables.

En este artículo recordaremos todas las publicadas entre 1973 y 2011, que son las que siguen dando de qué hablar en nuestros días.

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  1. El Esbozo de una nueva gramática de la lengua española

 En 1973, la RAE publicó una obra que la propia Academia definía como «un mero anticipo provisional»[1] de la que sería la nueva edición de su Gramática, pero, ya sea por su difusión, ya sea por los significativos cambios que presentaba,[2] terminó por convertirse en un hito de la historia de nuestras Ciencias del Lenguaje, hablo del ‘Esbozo de una nueva gramática de la lengua española’. Sus redactores, Samuel Gili Gaya y Salvador Fernández Ramírez, reconocieron oportunamente que esta Gramática no tendría carácter oficial hasta que no fuera validada por el pleno de la institución y por el resto de las Academias de la Lengua asociadas a la RAE. Asimismo, se comprometieron a establecer un texto definitivo no bien fueran estudiadas las enmiendas y adiciones que les propusieran las entidades académicas correspondientes.

Como bien sabemos, tuvieron que pasar 36 años para que el texto definitivo apareciera materializado en la ‘Nueva gramática de la lengua española’. Sin embargo, en lo que respecta a la extensión, esta nueva obra dista mucho de parecerse a su ilustre predecesora: la Nueva gramática está compuesta de dos tomos, que suman 3885 páginas; el Esbozo, en cambio, de un único tomo de 589 páginas.

Del mismo modo, es llamativa la diferencia en lo que atañe al desarrollo de sus partes.[3] A simple vista, el Esbozo mantiene un equilibrio del que la Nueva gramática carece; vemos, así, que aquél ofrece equitativamente alrededor de cuatrocientas páginas a la Morfología y la Sintaxis, mientras que la Nueva gramática destina el 75 % de su obra a la Sintaxis y sólo el 18 % a la Morfología.

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Samuel Gili Gaya

Con todo, no debemos arribar a conclusiones apresuradas; el concepto que de la Morfología tienen ambos tratados no es el mismo, pues el Esbozo no sólo se centra en la descripción de las categorías y sus accidentes, sino también en su derivación y su composición, además de hacer pequeñas incursiones en el terreno de la Sintaxis para ejemplificar las variaciones que las categorías sufren como consecuencia de su función en las relaciones sintagmáticas. Por el contrario, la Nueva gramática entiende que la Morfología sólo debe ocuparse de la flexión nominal y verbal, de la derivación, la parasíntesis y la composición; y la Sintaxis, de las categorías nominales y verbales en general, es decir, de «las clases de palabras y sus grupos sintácticos»[4], tal como lo indica el subtítulo del apartado dedicado a esta sección puntual de la Gramática.

  1. La Gramática de la lengua española, de Emilio Alarcos

Entre la publicación del Esbozo y la de la Nueva gramática de la lengua española, aparecieron varios trabajos que intentaban expresar la posición general de la RAE. La figura de Emilio Alarcos gozaba de una merecida notoriedad en el ámbito de la lingüística española de los años ochenta, por lo que los académicos le confiaron la redacción del primero de estos intentos. Dámaso Alonso, director de la institución por ese entonces, acordó con Alarcos la elaboración de una gramática en la que se expusieran los conocimientos lingüísticos más novedosos, pero sin descuidar los aspectos didácticos y normativos.[5] En 1985,

Emilio Alarcos comenzó a darle forma al proyecto. La comunidad lingüística aguardaba con impaciencia la presentación en sociedad de la que más de veinte años después de la publicación del Esbozo sería la obra autorizada de la Academia. Sin embargo, el proyecto no se concretó, al menos, no de la manera esperada. Emilio Alarcos se esforzó por elaborar una gramática que satisficiera a todos por igual y, para lograrlo, evitó hacer referencias directas a una escuela específica, renunciando, en aras de un trabajoso «consenso», a expresar su filiación a la gramática funcional, escuela de la que él, en efecto, era el más distinguido representante en España. Las indecisiones, las críticas y los numerosos pedidos de cambios en el texto llevaron a Alarcos a retirar su obra del proyecto. En el prólogo de la edición que finalmente se conoce, escribió estas palabras que, en algún punto, expresan su inquietud:

Si la sabiduría popular asegura que «cada maestrillo tiene su librillo», en ningún dominio del conocimiento se revela ese adagio con más eficacia que en el de la gramática. No cabe el mínimo acuerdo teórico entre gramáticos, y por algo fueron equiparados con los fariseos hace dos mil años. Así pues, y con el precedente de lo acaecido con el Esbozo, era de esperar, y de desear, la decisión adoptada en la Comisión de Gramática de la RAE tras haber considerado el nuevo texto. Por supuesto, la Academia no ha tenido ni tiene un criterio corporativo único respecto de las cuestiones teóricas gramaticales; pero ni siquiera la opinión particular de cada uno de sus miembros podría acomodarse con facilidad a consentimiento armónico. Como no era cosa de discutir punto por punto lo que en el texto se dice, ni cómo se dice, con ánimo de lograr una versión aceptable para todos (que probablemente se reduciría a conservar el esqueleto de los ejemplos, ya que su interpretación es susceptible de infinitas variaciones), no quedaba otro remedio que acogerse a la solución opuesta: mantener el texto tal cual y declararlo de la exclusiva incumbencia del redactor.[6]

Es evidente que el tono y las palabras de este fragmento son parte de una reacción natural a la delusoria recepción de sus colegas, que, como el propio Alarcos reconoce, era en cierta forma esperable. No obstante, si se lee con atención el texto íntegro, se advertirá también el esfuerzo del autor por mitigar sus principios funcionalistas (más allá de que los confiese abiertamente en otro pasaje de ese mismo prólogo), lo que explica su decisión de dejar constancia por escrito del malestar que sin duda lo embargaba.

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Como se sabe, la RAE decidió publicar esta obra en la colección Nebrija y Bello, que, en principio, se creó sólo para acoger a la Gramática

  1. La Gramática descriptiva de la lengua española, dirigida por Ignacio Bosque y Violeta Demonte

Violeta Demonte
Violeta Demonte

 En 1993, la Fundación Ortega y Gasset promovió la creación de una gramática actualizada, tarea para la que contó desde un primer momento con la asesoría de dos gramáticos de fuste: Ignacio Bosque y Violeta Demonte. La RAE acompañó esta iniciativa y auspició su publicación, tal vez con la esperanza de dar con una gramática de «consenso» que superara los obstáculos de las dos publicaciones anteriores. Tras seis años de elaboración, vieron la luz tres enjundiosos volúmenes que sumaban un total de 5504 páginas, en las que figuran más de sesenta especialistas a los que se les encomendó un tema específico. Bosque y Demonte fueron los coordinadores de esta nueva obra titulada Gramática descriptiva de la lengua española. Su aparición fue celebrada enseguida por un amplio sector del público, a tal punto que los medios masivos de comunicación promocionaron el libro como si se tratara de un material que pudiera atraer al común de los lectores.

Cuatro características exteriores distinguen este trabajo:

  1. Su carácter colectivo, fruto tanto de la amplitud que habían alcanzado durante las últimas décadas las investigaciones en el campo de la Gramática como de la indiscutible complejidad de nuestro sistema lingüístico. Sus 78 capítulos, elaborados en su mayoría por autores españoles,[7] revelan la dimensión de un proyecto que, pese a su extensión, procura articular tono, vocabulario descriptivo y marco conceptual, evitando convertirse en un fárrago doctrinario o estilístico, objetivo que, como confirmará quien se adentre en su lectura, no siempre se cumple cabalmente.
  2. Su carácter descriptivo. Se trata de un texto que «busca exponer y razonar el comportamiento de las categorías gramaticales, las pautas que regulan su estructura interna y las relaciones morfológicas, sintácticas, semánticas y discursivas que se dan en todos los ámbitos que abarca el análisis»[8]. Ahora bien, al atribuirle a esta gramática la cualidad de descriptiva, se está afirmando que no es teórica ni normativa, es decir, que no se pretende con ella, al menos explícitamente, establecer normas del buen uso ni validar teoría alguna, sino más bien «describir» las construcciones del español y las palabras que las conforman.
  3. Su intención de presentar un mismo fenómeno gramatical a lo largo de varios capítulos desde distintos puntos de vista, de modo que el lector pueda obtener una visión más integral del problema descrito, rasgo que los coordinadores llaman múltiple acceso.
  4. Su interés por tratar no sólo los temas tradicionales de las gramáticas de nuestra lengua, sino también nuevos tópicos, como la elipsis y los marcadores discursivos, entre otros.[9]

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Esta nueva obra tampoco se instituyó como la gramática oficial de la RAE, motivo por el cual fue publicada en la colección Nebrija y Bello, la misma colección que se creó casi una década antes para albergar a la de Alarcos.

  1. La Nueva gramática de la lengua española

José Manuel Blecua
José Manuel Blecua

 Quizá por la buena recepción que tuvo la Gramática descriptiva de la lengua española, la RAE volvió a confiar en Ignacio Bosque para elaborar la gramática que representaría definitivamente a la institución. En 2009, tras once años de trabajo intensivo, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española dieron a conocer los dos primeros tomos de esta obra, los destinados a Morfología y Sintaxis. El académico José Manuel Blecua se ocupó de la sección de Fonética y Fonología, que apareció posteriormente en tomo aparte.

En un intento por llegar a la mayor cantidad posible de lectores, la RAE publicó su obra en otros dos formatos que aparecieron en entregas sucesivas. En 2010 salió a la venta una versión más reducida y, por ende, más manejable, el ‘Manual de la nueva gramática de la lengua española.’ Puesto que se trata de un volumen que compendia el primero (tiene 2872 páginas menos que el texto de 2009), no se encontrará en éste el desarrollo pormenorizado del volumen original. Dicho de otro modo, no es esta una obra nueva, sino un resumen de la anterior, resumen que conserva tanto los aciertos como los defectos de su antecesora.

Por último, en 2011 se publicó la Nueva gramática básica de la lengua española’, que, en propias palabras de la RAE, guarda «un aire de familia que evidencia su vinculación con sus dos hermanas mayores»[10].

Los redactores de la Nueva gramática señalan que su obra «es descriptiva y normativa, pero no teórica»[11], lo que la pone a salvo de cualquier valoración malintencionada. Sus detractores (y los hay en demasía) parecen ignorar que esta obra tiene objetivos muy claros, que pueden resumirse en los siguientes puntos:

  • describir las construcciones gramaticales propias del español general y expresar convenientemente las variantes fónicas, morfológicas y sintácticas;
  • brindar recomendaciones normativas,
  • y ser obra de consulta para el conocimiento y la enseñanza de la lengua española.

Huelga decir que estos objetivos se cumplen a la perfección. Quienes pretendan algo más, por consiguiente, tendrán que buscarlo en otro sitio.


[1] Real Academia Española. Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Espasa-Calpe, Madrid, 1973.

[2] El Esbozo apareció proponiendo una serie de innovaciones, muchas de las cuales fueron aceptadas de inmediato. Dentro de éstas, la más relevante fue la mismísima división interna de la Gramática. Así lo explicaba el propio Esbozo en su «Advertencia»: «Frente a las cuatro partes en que aparecía dividida la Gramática en la edición de 1931 —“Analogía”, “Sintaxis”, “Prosodia” y “Ortografía”—, ahora la exposición gramatical consta de tres partes denominadas “Fonología” (en que se refunden las antiguas partes tercera y cuarta), “Morfología” (que corresponde a la antigua primera parte) y “Sintaxis”».

[3] Excluyo de esta apreciación a la Fonología, que, como se sabe, en los dos primeros tomos publicados de la Nueva gramática de la lengua española, justamente por estar éstos consagrados sólo a la Morfología y la Sintaxis, no se le dedica sino una pocas páginas.

[4] Una de las novedades que introdujo Alarcos en esta obra es el cambio de nomenclatura de los complementos directo e indirecto por objetos directo e indirecto, que es como se denominan en muchos países del sur de Latinoamérica, incluso en nuestros días.

 [6] Emilio Alarcos Llorach. Gramática de la lengua española, Espasa-Calpe, Madrid, 1994.

[7] Entre los pocos académicos latinoamericanos que participan en esta obra destaco a la argentina Ofelia Kovacci, una figura señera del ámbito lingüístico del río de la Plata.

[8] Ignacio Bosque, Violeta Demonte (directores). Gramática descriptiva de la lengua española, Espasa-Calpe, Madrid, 1999.

[9] Esta característica resulta por demás estimable, pues se ofrece en una sola obra una descripción de la morfología y la sintaxis de la lengua lo suficientemente amplia y actual.

[10] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua. Nueva gramática básica del español, Espasa, Barcelona, 2011.

[11] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua. Nueva gramática de la lengua española (2 vols.), Espasa Libros, Madrid, 2009.

Flavio Crescenzi

Flavio Crescenzi

Flavio Crescenzi nació en 1973 en la provincia de Córdoba, Argentina.

Es docente de Lengua y Literatura, y hace varios años que se dedica a la asesoría literaria, la corrección de textos y la redacción de contenidos.

Ha dictado seminarios de crítica literaria a nivel universitario y coordinado talleres de escritura creativa y escritura académica en diversos centros culturales de su país.

Cuenta con cinco libros de poesía publicados:
«Por todo sol, la sed», Ediciones El Tranvía (Buenos Aires, 2000);
«La gratuidad de la amenaza», Ediciones El Tranvía (Buenos Aires, 2001);
«Íngrimo e insular», Ediciones El Tranvía (Buenos Aires, 2005);
«La ciudad con Laura», Sediento Editores (México, 2012);
«Elucubraciones de un "flâneur"», Ediciones Camelot América (México, 2018).

Su primer ensayo, «Leer al surrealismo», fue publicado por Editorial Quadrata y la Biblioteca Nacional de la República Argentina en febrero de 2014.

Su más reciente trabajo publicado es «Del nominativo al ablativo. Una introducción a los casos gramaticales» (Editorial Académica Española, 2019).

Desde 2009 colabora en distintos medios con artículos de crítica cultural y literaria.

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